Nunca pense que gracias a la red, podrìa conocer a alguna persona tan especial como vos.
Gracias por difundir lo mio y defender nuestra querida literatura Chaqueña.
Marina Diez De Los Ríos
SÚCUBO
Hacía una de mis rutinarias caminatas nocturnas, a pesar de la acidez estomacal que llevaba días obligándome a caminar con la mitad de mi cuerpo semi inclinado, cuando de repente tuve esas ganas -que suelo tener más seguido de lo que me gustaría- de tener miedo, de excitarme, de que uno de esos entes que la gente decía haber visto por ahí, apareciera en frente de mí y me obligara a salir corriendo y llegar agitada con esa sensación inexplicable que no puedo explicar, y que hace que uno olvide todo dolor y le den ganas de encamarse con alguien...
Decidí entonces salirme del camino, y meterme en el aquel pasillo oscuro.
Los primeros metros los hice sin problemas, pero cuando fui alejándome del bullicio de la plaza, y comenzó a extinguirse la luz, oí varios ruidos extraños. De todos modos seguí caminando.
Después noté que los yuyos se movían, y escuché ronroneos y maullidos (demasiado graves para provenir de un gato).
En ese momento me detuve, me puse el gorro y mi pulóver negros (que habitualmente llevo cuando salgo a caminar), salí del pasillo hacia el lado contrario de donde salían aquellos ruidos. Me agaché y, a pesar de que no veía de qué eran, seguí observando el movimiento y escuchando esos gemidos gruesos, pero bajos...
Más tarde escuché una voz, una que me pareció familiar. Me asusté, supuse que de repente, entre humo blanco, iba aparecer el cadáver de algún pariente extinto.
Y quise correr, pero seguí ahí..., escuché de nuevo esa voz, más gemidos, y risas.
Me levanté.
Como si el ambiente sobrenatural que me acogía me obligara a buscarlo, me acerqué.
Quizás era mi muerto hermano mayor.
Casi no veía, y el pastizal producía cortes en mis piernas.
Vi algo moverse rápidamente -movimientos bruscos y continuos-, era una forma humana y me daba la espalda..., después escuché mi nombre y escuché risas.
Me detuve detrás de él, anonadada.
No me pude mover más ni decir algo, ni gritar, ni correr, ni rezar, ni maldecir.
Se reía, dijo algo sobre una pastilla que hacía que alguien se sintiera mal.
Y después de decir eso, mi novio siguió moviéndose. Su mejor amigo estaba “en cuatro”, debajo de él.
Decidí entonces salirme del camino, y meterme en el aquel pasillo oscuro.
Los primeros metros los hice sin problemas, pero cuando fui alejándome del bullicio de la plaza, y comenzó a extinguirse la luz, oí varios ruidos extraños. De todos modos seguí caminando.
Después noté que los yuyos se movían, y escuché ronroneos y maullidos (demasiado graves para provenir de un gato).
En ese momento me detuve, me puse el gorro y mi pulóver negros (que habitualmente llevo cuando salgo a caminar), salí del pasillo hacia el lado contrario de donde salían aquellos ruidos. Me agaché y, a pesar de que no veía de qué eran, seguí observando el movimiento y escuchando esos gemidos gruesos, pero bajos...
Más tarde escuché una voz, una que me pareció familiar. Me asusté, supuse que de repente, entre humo blanco, iba aparecer el cadáver de algún pariente extinto.
Y quise correr, pero seguí ahí..., escuché de nuevo esa voz, más gemidos, y risas.
Me levanté.
Como si el ambiente sobrenatural que me acogía me obligara a buscarlo, me acerqué.
Quizás era mi muerto hermano mayor.
Casi no veía, y el pastizal producía cortes en mis piernas.
Vi algo moverse rápidamente -movimientos bruscos y continuos-, era una forma humana y me daba la espalda..., después escuché mi nombre y escuché risas.
Me detuve detrás de él, anonadada.
No me pude mover más ni decir algo, ni gritar, ni correr, ni rezar, ni maldecir.
Se reía, dijo algo sobre una pastilla que hacía que alguien se sintiera mal.
Y después de decir eso, mi novio siguió moviéndose. Su mejor amigo estaba “en cuatro”, debajo de él.
P/D: Era tiramisu no?
Un saludo muy especial a Myrian Castillo co-creadora del umbral y a la cual estoy infinitamente agradecido por subir mis temas a su blog. Aqui les va algo de ella tambien.
MYRIAM CASTILLO
IMAGINO (En “Cromosoma XX”)
Imagino que mi conciencia
será tu quimera, la flama, la intriga
la espina de Dios que goteará
el candombe de envite,
de los santos que levantan sus sotanas
y a campanazos le repican las bolas absurdas
de quienes debieron ser eunucos
y hoy tan sólo inventan
un pezón y un clítoris
en los óleos de una María desteñida
y de una Eva descarnada.
Sólo imagino que el flujo del tiempo
mis palabras enhebradas
palpitarán en tu garganta
y estarán tu sexo y el mío
dispuestos a suicidarse.